La agricultura intensiva consiste en la plantación de cultivos en ambientes tecnificados y condiciones controladas, con el objetivo de explotar al máximo los medios de producción y obtener la mayor cantidad de producto posible.
Para conseguir este rendimiento, se explotan al máximo los recursos, se consume una gran cantidad de agua y se hace uso de productos químicos como pesticidas.
Este tipo de explotación agraria ha generado una división de opiniones.
Por un lado, se considera que la agricultura intensiva es insostenible por ser una de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero, malgastar los recursos y por el excesivo uso de pesticidas y abonos químicos,
Pero, por otro lado, un estudio publicado por la revista Nature Sustainability ha cuestionado este pensamiento y ha demostrado que este tipo de explotación agrícola es tan sostenible como la producción ecológica y que es la mejor opción para satisfacer la creciente demanda de alimentos protegiendo el medio ambiente.
En el estudio se llevó a cabo gracias a una investigación en la que se compararon cuatro costes ambientales de la agricultura: las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de agua, la filtración de nutrientes en el suelo (nitrógeno y fósforo) y la ocupación de tierra.
En los resultados se descubrió que las explotaciones intensivas contaminan menos que las tradicionales y ecológicas porque necesitan de menor espacio de tierra para producir la misma cantidad de producto.
Por tanto, con la agricultura intensiva se puede producir más cantidad de alimentos en un espacio menor y esto provoca que se reduzca la pérdida de suelo y se consuma menos cantidad de agua.
Un ejemplo de esta optimización de la producción es que, en una plantación intensiva de olivar, se pueden cosechar hasta 12.000 kilos de aceituna por hectárea, mientras que en una tradicional del mismo tamaño, solo se llegaría a los 3.000 kilos.
La razón por la que anteriormente no se conocían estos resultados es porque no hay muchas investigaciones que comparen los costes medioambientales entre explotaciones agrarias.
Además, esta investigación pone el foco en el coste por unidad de producto y no por unidad de área como hacían los demás estudios.
Poner el foco en el coste por unidad de área favorece a la agricultura extensiva, ya que usa menos recursos (agua, abonos…) por hectárea, mientras que poner el foco por unidad de producto beneficia a la intensiva porque produce la misma cantidad de alimentos en un espacio menor usando los mismos recursos.
La única desventaja del informe es que no tiene en cuenta el uso de pesticidas y productos químicos como coste ambiental, pero existen muchas otras alternativas para reducir su impacto, como la desinfección del suelo y del agua de riego con ozono o el control biológico de plagas.
En definitiva, la agricultura intensiva es una buena opción para sacar el máximo rendimiento a los cultivos, utilizando menos espacio de tierra y de manera sostenible.